En nuestra vida diaria tenemos mecanismos bien engranados para ahuyentarla y para que no suponga un elemento perturbador. Pero, estos mecanismos no están pensados ni preparados para un mes de confinamiento.
Muchas personas están sufriendo ansiedad, angustia y un largo etc. que probablemente estén vinculadas, entre otras cosas, a la mencionada sensación de soledad o al miedo de tenerla.
¿Esto quiere decir que no podemos hacer nada? ¡Por supuesto que no! Os traigo unas cuantas reflexiones que os puedan ayudar a enfocar el tema desde otro ángulo.
¡Allá vamos!
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¿De qué hablamos cuando nos referimos a la soledad?
Todas podríamos dar una definición de lo que es la soledad sin mucho problema. Aunque, en el mundo de la psicología se habla de al menos siete tipos diferentes de soledad, más o menos estaríamos de acuerdo en explicarla como una ausencia de compañía, de intimidad, de contacto…
Cuando la soledad es voluntaria suele haber poco problema normalmente. Tenemos necesidad de estar a solas y lo disfrutamos.
Los dolores comienzan cuando es involuntaria y no buscada. Ya sea en ausencia de compañía o rodeada de gente, la persona siente una desconexión profunda y angustiante. Creo que en algún momento la mayoría hemos tenido esta sensación dolorosa.
Miedo a la soledad
Aparte del miedo lógico al coronavirus y a sus inciertas consecuencias, una de las cosas que nos puede estar provocando sentimientos dolorosos durante el confinamiento es el miedo a la soledad.
Está demostrado que la soledad, o, mejor dicho, el sentirte sola involuntariamente, puede provocar graves problemas fisiológicos y psicológicos.
Tener miedo a algo que nos hace mal y nos provoca dolor es una de las cosas más naturales que existe. De hecho, por huir de estas situaciones dañinas hemos sobrevivido como especie y podemos tener un nivel de vida satisfactorio.
El confinamiento ha provocado que sea más difícil mantener a raya la sensación de soledad. Muchas personas intentan seguir con el ritmo cotidiano de antes del confinamiento como medida de evitar la ansiedad o la angustia. Pero es fácil que en algún momento nos sintamos solas o tengamos miedo de sentirnos así.
¿Qué la provoca?
La sensación de soledad tiene mucho que ver con el tipo de apego que creamos en nuestra infancia. La teoría del apego fue propuesta por el psicólogo John Bowlby en la primera mitad del siglo XX.
El primer vínculo que la niña crea con la persona que más la cuida, suele tener un impacto directo en el estilo de apego que desarrolla. Tanto la madre como el padre e incluso una cuidadora externa pueden ejercer este rol. Depende de la relación que se dé entre cuidadora principal-hija en los primeros momentos de la vida de la criatura, creará un tipo u otro de estilo de apego. Este tipo de apego tendrá profundas implicaciones en toda la vida de la persona.
A grandes rasgos, el apego puede ser seguro o inseguro. Entre cuidadora principal-hija se crea el apego seguro cuando la adulta responde, siempre que la niña necesita, para saciar sus necesidades. En cambio, se crea un vínculo de apego inseguro cuando la adulta solo responde a veces o en una manera ambigua.
Se sabe que las personas adultas con un estilo de apego seguro tienen mejor autoestima y que confían más tanto en ellas como en el mundo. Las personas adultas con un estilo de apego inseguro, al contrario, suelen tener problemas de autoestima y buscan con mayor ansia la seguridad en el mundo.
Es de esperar que en una situación de inseguridad como la que estamos viviendo las personas con un estilo de apego inseguro sientan mayor inseguridad, ansiedad y angustia que las personas con un estilo de apego seguro. Su seguridad y bienestar emocional depende mucho de las personas importantes de alrededor porque no tienen un buen auto apoyo.
Es interesante detectar si podéis tener estos rasgos porque a pesar de que puedan estar normalizados, se pueden trabajar y ganar mayor bienestar.
¿Pero, y si no estamos tan solas?
Las personas con estilo de apego inseguro tienden a olvidar tanto su fortaleza interna como el apoyo exterior que les pueden brindar las personas que no son su principal vínculo. Toda la seguridad se centraliza en unas pocas personas porque desconfían del mundo y de lo que éste les puede ofrecer.
Si nos sentimos solas, seguramente tenemos necesidades de contacto, cariño, cuidado etc. no cubiertas. Estamos viviendo un contexto adecuado para practicar alternativas. Es tan válido empezar a practicar el darnos ese contacto, cariño y cuidado que no nos pueden dar las personas significativas, como atrevernos a pedir a otras personas.
Si somos conscientes de que la sensación de soledad actual tiene mucho que ver con las vivencias de la infancia, puede que pierda algo de fuerza y no sea tan angustiante. En la sensación de soledad que podemos sentir durante estas semanas, en gran medida, estamos reviviendo aquellas sensaciones tan primitivas del pasado.
Conclusiones
Si conseguimos relativizar la ansiedad, angustia o cualquier otra emoción que nos genera sufrimiento puede que se suavice su intensidad.
Las personas con estilo de apego inseguro son propensas a sentir sensación de soledad en momentos de inseguridad e incertidumbre como la actual. Es como si el estilo de apego inseguro hiciera de amplificador de las emociones mencionadas en la actualidad.
No hay remedios mágicos, pero puede ser un buen momento para las personas con estilo inseguro de practicar el auto apoyo. ¿Qué pasaría si cada día os dedicarais un tiempo a masajearos, acariciaros, o a daros mimos?
Este momento de excepción nos puede ayudar para ser conscientes de cuál es el estilo de apego que tenemos y de cómo nos afecta en nuestra vida.
Nota: El artículo está escrito íntegramente en femenino para evitar el uso del lenguaje excluyente. He valorado otras opciones, pero creo que esta es la que más legible hace el texto. En todos los artículos que publicaré en este blog utilizaré el lenguaje inclusivo.