El coronavirus está provocando muchas muertes diarias, nuevos casos de infectadas, cada vez más despidos, situaciones familiares dramáticas, etc.
Cada día estamos viendo cómo empeoran todos estos registros y no tiene pinta de que mejoren a corto plazo.
Un millón de blogs hablan de esto así que hoy os traigo un enfoque diferente, la cara oculta del coronavirus que pocos medios mencionan y que casi nadie se entera.
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Menos contaminación que nunca
O mejor dicho, desde que comenzó el confinamiento para combatir el coronavirus, la contaminación ha bajado en Barcelona a cantidades que no se veían desde hace 20 años.
Es sabido que el tráfico de vehículos es unos de los mayores contaminantes del aire, y para quien tuviera dudas, esta primera semana de cuarentena nos lo ha dejado claro: cuantos menos coches circulan por las carreteras menos contaminación atmosférica existe.
Estos días el tráfico en Barcelona ha disminuido un 60% y la contaminación ha bajado en al menos un 50%. Los datos varían cada día y es difícil hacer una estimación exacta, pero la bajada de la contaminación por ahora se mantiene entre el 50% y el 60%. Es sorprendente lo rápido que mejora la calidad del aire si se le da una pequeña tregua.
¡Aire puro!
Sé que exagero, pero comparando el aire que respirábamos hasta la semana pasada en Barcelona, esto es una gozada.
Es fascinante el mal olor que suele tener el aire en las ciudades. No hablo del mal olor de las calles o de las alcantarillas, sino del aire que molesta al respirar por lo sucio que está. A menudo esta molestia se nota más en los barrios altos, cercanos a Collserola, que en el mismísimo centro de la ciudad.
Dicen que el aire que viene del mar empuja la polución hacia Collserola y que la montaña hace de pared de contención. Por esto, el aire se queda atascado y en remolino pegado a la montaña.
Sea como sea, y por mucho que la mayoría de la población esté acostumbrada, es una pena que no se pueda oler al mar en la mayoría de los barrios de la ciudad.
Por esto, tenemos que aprovechar para disfrutar del aire nuevo que nos envuelve. Salid al balcón, terraza o ventana y respirad conscientes de que es un momento histórico también para la calidad del aire que tenemos a mano.
El silencio
Otro efecto lógico generado por el descenso del tráfico es la bajada de la contaminación acústica. Las personas que padecéis el ruido de los coches habréis notado la gran diferencia.
Según el Anuario de Contaminación en Barcelona, el 55% de las habitantes de Barcelona soportan niveles de ruido diurno mayores de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Pero la cosa empeora si tomamos en cuenta el ruido nocturno, porque el 57% de las personas duerme con más ruido de lo recomendado a su alrededor.
También se puede ver en la misma web que la contaminación acústica provoca unas 12000 muertes prematuras al año en Europa. Es más, la exposición prolongada a altos niveles de ruido está estrechamente relacionada con la aparición de enfermedades cardiovasculares, estrés, ansiedad, problemas de sueño o alteraciones digestivas.
Fijaros si en vuestras casas hay mayor silencio que de costumbre por la falta de tráfico y si os está afectando positivamente en algo.
Se escuchan más pájaros
Otro hecho notorio de estos días es que se oyen más pájaros que nunca.
No está claro si es porque se les oye más por la menor cantidad de contaminación sonora o si es porque están cantando y exponiéndose más tanto por la menor polución como por el menor nivel de ruido.
La cosa es que tenemos una muy buena oportunidad para fijarnos más en el canto de las aves. El canto de las aves es un potente remedio que nos ayudan a combatir el estrés y la ansiedad, pero se ha descubierto que tiene más beneficios potenciales de lo que se pensaba.
De la misma manera que estar en la naturaleza tiene múltiples efectos positivos en nuestra salud, observar a los pájaros nos brinda bienestar psicológico y físico. Ya que, nos ayuda a mantener a raya las variadas consecuencias negativas derivadas del estrés. Hay algo hipnótico en el canto de estos animales tan interesantes, y nos pueden brindar salud además.
Así que aprovechad esta cuarentena para poner la atención en las aves y disfrutar de su sanador canto.
Nuevas maneras de relacionarnos
Todos los decálogos que han publicado los psicólogos para ayudar a hacer frente al confinamiento subrayan la importancia de mantenernos comunicados con nuestra gente y no aislarnos. Socializarnos mediante el teléfono o mediante Internet es muy saludable en este contexto tan particular.
Otro punto de lo que se habla menos es de la oportunidad que nos brinda esta situación para chequear cuales son nuestras costumbres a la hora de relacionarnos. No creo que sea el único que estos días esté hablando más con amigas y familiares que de normal y que le sienta bien esta comunicación más continua e intensa.
¿Qué pasaría si continuáramos con estas nuevas dinámicas comunicativas cuando se acabe la cuarentena?
El coronavirus nos puede brindar la oportunidad de practicar y probar mejores maneras de relacionarnos de las que acostumbramos a utilizar en la rutina diaria.
¿Qué podemos aprender de todo esto cuando se acabe el coronavirus?
Según datos de Greenpeace, cada año 4,5 millones de personas mueren en el mundo por la contaminación del aire provocado por la combustión del carbón, el gas o el petróleo. ¡4,5 millones! Muchos más de los que ha provocado y de los que provocará presumiblemente el coronavirus.
Ya va siendo hora de tomar en serio la contaminación atmosférica que tanta gente mata de una manera silenciosa. No se investiga la relación de estas muertes y la polución porque parece que a nadie le interesa. Quisiera saber cómo afecta realmente la contaminación provocada tanto por el tráfico como por las dos centrales térmicas que inundan la ciudad de contaminantes cancerígenos: la térmica de Sant Adrià del Besòs y la del puerto de Barcelona.
Ojalá nos acostumbremos a este aire, a este silencio y a los cantos de las aves, tanto como para no conformarnos con lo que nos vendrá después, cuando el coronavirus sea un hecho del pasado.
Anexo
Ya han pasado más de tres meses desde que empezó la cuarentena y estamos a punto de terminarla. Durante este tiempo, bastantes personas que viven fuera de la ciudad me han preguntado cómo era estar confinado en Barcelona. Todas pensaban que tenía que ser un infierno pasar el confinamiento entre el cemento urbano.
Pues bien. Estoy haciendo memoria, y lo que me viene a la cabeza es todo lo contrario. Ha sido un regalo conocer a la ciudad sin coches, sin ruido y con niveles de contaminación de hace 20 años. Estar en la ciudad con el pausado ritmo que suele haber en los pueblos. No lo cambiaría para nada. Todo alrededor a la pandemia está siendo histórico, y poder conocer esta cara oculta de la ciudad también lo ha sido.
Nota: El artículo está escrito íntegramente en femenino para evitar el uso del lenguaje excluyente. He valorado otras opciones, pero creo que esta es la que más legible hace el texto. En todos los artículos que publicaré en este blog utilizaré el lenguaje inclusivo.